A tres horas de la ciudad de Piura, en plena cordillera norteña y en una
zigzagueante carretera se encuentra Canchaque. Cuidad encantadora, lugar de
maravillosos paisajes y ancestrales tradiciones. Espacio donde se puede
descansar, recuperar la salud y vitalidad a través del contacto con la
naturaleza.
Tal vez no hayan playas, pero sí mágicas cataratas y lagunas. No se degusta un delicioso cebiche, pero se disfruta de un caldo de gallina criolla. El aire refresca todo lo que toca y hay que ser valiente para caminar bastante y mantenerse firmes entre los pedregosos caminos. La recompensa viene después, cuando se levanta la mirada y se observa el cielo inmaculado, al respirar el aire puro de la altura y el paisaje de ensueño que se abre ante nuestros ojos.
En este pequeño pueblo en el que podríamos quedarnos a vivir por siempre no hay restaurantes grandes, y mucho menos una sucursal de alguna franquicia extranjera. Pero nos ofrece maravillosos atractivos histórico - culturales. Es el destino ideal para el turismo joven, mochilero y extranjero que busca aventura, sitios ecológicos y valora la biodiversidad. También es el lugar perfecto para disfrutar en familia y con los amigos.
La adrenalina que se siente al subir el cerro Huayanay, es indescriptible, tienes la sensación de que no podrás llegar; pero, de pronto, te das cuenta que estás en la cima.En definitiva, lo que más atrae y llama la atención es la sencillez y amabilidad de su gente. El ver cómo conservan con orgullo sus costumbres, tradiciones y escuchar leyendas inolvidables. Esas que provocan un gran misterio en tu interior. La más famosa entre los lugareños es la de La Chununa, personaje que se convierte en terror y risas, y que acompaña a cada turista durante el recorrido.
La leyenda cuenta que un día, el pobre Amaro Carrasco, después de terminar su ardua jornada se fue a bañar en una quebrada. Cuando ya se había jabonado la espalda y la cabeza le cayó una piedra en el cuerpo. Pero no le hizo caso. Terminó de bañarse y empezó a vestirse. Una vez cambiado, alguien por la espalda le salpicó agua. Al voltearse, vio a la “Chununa”, una mujer hermosa, de medio metro de estatura, tez blanca, completamente desnuda, que estaba lavando su ropa a orillas de la quebrada. Amaro no resistió y se encantó. Perdió el conocimiento y empezó a babear. Botaba espuma blanca por la boca y tenía fuertes convulsiones. Cuando abrió, nuevamente, los ojos no había nada. Sin embargo, sintió un fuerte dolor en el cuello que lo hizo lanzar un grito desgarrador. Desde entonces, en aquella quebrada donde fue a bañarse Amaro se construyó un puente que fue bautizado como “El puente de la Chununa”. Ahora ya nadie se atreve a pasar por allí, después de las seis de la tarde pues temen encontrarse con esta encantadora y misteriosa mujer.
Imaginemos escuchar esta historia en medio de un bosque en donde los cuerpos se confunden y nuestra imaginación nos hace ver aquello que solo ella puede crear. Son ese tipo de historias, dignas de ser contadas a medianoche, las que caracterizan a lugares como Canchaque.
Stephanie Ocaña León
5to. "D"
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